La toxina botulínica no es un material de relleno como el ácido hialurónico, es una sustancia que se obtiene de manera biosintética. No elimina las arrugas sino que actúa sobre los músculos de la cara relajándolos y disminuyendo el impacto de las contracciones en la piel para conservar nuestra expresión natural.
La toxina botulínica se ha empleado desde hace mas de 25 años para el tratamiento de alteraciones oftalmológicas y neurológicas con gran seguridad y eficacia. Actualmente millones de personas realizan este tratamiento con fines estéticos.
Si bien existen muchos usos de la toxina, y cada día se descubren más, en Medicina Estética la vamos a utilizar para atenuar las arrugas del tercio superior (frente, entrecejo y patas de gallo) así como para prevenir su formación. Podemos conseguir una mirada más relajada, más joven y sobre todo, natural.
Es un tratamiento muy eficaz en casos de hiperhidrosis (sudoración excesiva) tanto axilar como palmar.
Las toxinas que vamos a utilizar son las autorizadas en España expresamente para tal fin y que son producidas por laboratorios de gran prestigio internacional.
Los efectos de la toxina botulínica oscilan entre 4 y 6 meses, aunque a nivel de axilas puede durar hasta un año. A medida que una persona va realizando tratamientos la duración de los efectos es cada vez mayor.
Se administran dosis muy pequeñas y sus efectos son temporales y reversibles.
Se aplica mediante inyección, produciendo una relajación del músculo donde es inyectado. No deja cicatrices ni produce inflamación alguna.
El dolor es mínimo por lo que no es necesario suministrar anestesia. Los efectos se notan a partir de los 4-5 días.