A modo de definición, el ácido hialurónico es un polisacárido del tipo de glucosaminoglucano. En otras palabras: es un tipo de azúcar. Y lo primero que debemos saber es que se encuentra de forma natural en nuestro organismo, especialmente en la piel. Y que actúa para asegurar su estabilidad y mantenerla protegida y renovada constantemente.
En las células, el ácido hialurónico se produce a través de la acción de unas enzimas, llamadas ácido hialurónico sintetasas, que se hallan en la parte interior de la membrana celular. Sus propiedades son espectaculares, ya que tiene una impresionante capacidad para retener la humedad: ¡una sola molécula puede contener hasta 1.000 veces su propio peso en agua!
Y es el motivo por el cual ayuda a mantener hidratada nuestra piel.
El relleno es inyectado sobre todo a nivel de pómulos y mejillas, de tal forma que se recupera el volumen perdido en esa zona y al mismo tiempo mejoramos el surco nasogeniano que se marca debido a la flaccidez.
Para realizar la voluminización usamos agujas o microcánulas (más largas que las agujas y de punta roma) con las que necesitamos menos puntos de inyección y produce menos hematomas, lo cual permite trabajar con más seguridad y resultados más naturales.
Esta técnica no precisa de cirugía ni anestesia y la incorporación a la vida normal es inmediata. La duración del procedimiento es de aproximadamente 45 minutos y sus efectos tienen una duración de 1 a 2 años.